Este libro fue inicialmente el discurso "Llamado al optimismo", que fue pronunciado por mi papá, cuando fue Padrino de la Promoción dela Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, Septiembre de 1973.
Consideramos que en nuestra amada Venezuela, pudiéramos actualmente estar viviendo en quizás no pocos,
un muy fuerte momento momento de depresión, decaimiento, angustia, desesperanza y un terrible pesimismo. Consideramos que si bien el discurso lo dijo en 1973, su contenido está hoy más vigente que en 1973 cuando lo pronunció y que pudiera servirle a los actualmente pesimistas a levantar los ánimos, a ver la luz que ahorita no ven porque lo que hay en sus ojos es pura oscuridad y tinieblas, a ayudarlos a salir de la depresión y a retomar el camino de la esperanza, el optimismo y el entusiasmo.
Ponemos unos extractos de las palabras pronunciadas en dicho discurso:
Y ustedes, para iluminar ese mundo ante el cual son responsables, creo que tienen que ir hacia él con un ardoroso y ferviente optimismo. Sólo aquellos que vean, dentro de todos los horrores, dentro de todas las deficiencias del mundo actual, los rayos de luz de las realizaciones positivas, pueden iluminar al mundo.
La historia siempre marcha hacia adelante; puede haber altibajos, puede haber recaídas, pero la historia como tal y el mundo como tal siempre marchan hacia una sociedad mejor, y que siempre es una realidad tangible, a través de la acción de nuestras propias manos, de nuestro propio intelecto, de nuestra propia realidad.
Ustedes tienen que creer en el hombre, en el ser humano, en las posibilidades de la humanidad. Creer que el hombre, por más hundido que se encuentre, siempre es capaz de las más altas realizaciones.
Vivir, pensar, actuar con optimismo, optimismo en el hombre, optimismo en las posibilidades de la tierra, optimismo en las posibilidades de la tierra, optimismo en relación con el destino y el sentido de la historia, optimismo en relación con el mundo que nos ha tocado vivir.
Hay que tener plena conciencia de cuál es la realidad de nuestros días: No podemos cerrar los ojos ante ninguna de las miserias que el mundo actual nos presenta, pero tampoco podemos quedarnos solamente allí o pensar que eso es todo, o decir esas letanías de lamentación constante, de negativa consecuente ante todo lo que existe en nuestro mundo. No dejemos de ver y de tener conciencia acerca de todo lo negativo. Teniendo conciencia de ello es como podremos remediarlo, pero sabiendo también que el mundo actual tiene muchas cosas extraordinarias, que el mundo que nos ha tocado vivir es realmente maravilloso, que quizás estamos viviendo en la época más hermosa de la historia y que esto no es solamente así, desde el punto de vista estrictamente material, desde el punto de vista de la ciencia y de la técnica-,sino que es también así desde el punto de vista cultural, desde el punto de vista espiritual y desde el punto de vista estrictamente cristiano.
Por eso, con legítima autenticidad humana, con plena conciencia de esa vocación personal, de esa acción individual a la cual cada uno es llamado en términos exclusivos, en la seguridad de que todo ser humano es imprescindible, que nadie puede ser sustituido por otro y actuando con esa conciencia,vayan ustedes a su profesión , vayan ustedes al mundo azaroso, gracias a Dios lleno de dificultades, y hermoso como el que más, vayan ustedes con amor hacia todas las cosas, con amor hacia el ser humano como tal, con amor hacia la Tierra, con amor hacia la historia que a ustedes les toca construir, con amor hacia la ciencia y la técnica, con amor hacia ese mundo, con amor hacia Venezuela y hacia la América Latina, con amor hacia la profesión proyectada hacia la comunidad, con amor hacia la acción de todos los días; en la absoluta seguridad de que la tierra pertenecerá a aquel que le ofrezca la más grande esperanza.
Luis Alberto Machado Sanz
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