LA PASIÓN DE CRISTO
escrito por LUIS ALBERTO MACHADO SANZ
Abogado
@caballitonoble
1- La Pasión de nuestro Señor Jesucristo fue profetizada por los profetas del Antiguo Testamento. Veamos lo que profetizó Isaías:
“¿Quién podrá creer la noticia que recibimos? Y la obra mayor de Yavé, ¿a quién se la reveló?
Este ha crecido ante Dios como un retoño, como raíz en tierra seca. No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él, y su apariencia no era como para cautivarnos.
Despreciado por los hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho caso de él.
Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban. Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado, y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados.
Todos andábamos como ovejas errantes, cada cual seguía su propio camino, y Yavé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.
Fue maltratado y él se humilló y no dijo nada, fue llevado cual cordero al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan.
Fue detenido, enjuiciado y eliminado ¿y quién ha pensado en su suerte? Pues ha sido arrancado del mundo de los vivos y herido de muerte por los crímenes de su pueblo.
Fue sepultado junto a los malhechores y su tumba quedó junto a los ricos, a pesar de que nunca cometió una violencia ni nunca salió una mentira de su boca.
Quiso Yavé destrozarlo con padecimientos, y él ofreció su vida como sacrificio por el pecado. Por esto verá a sus descendientes y tendrá larga vida, y el proyecto de Dios prosperará en sus manos.
Después de las amarguras que haya padecido su alma, gozará del pleno conocimiento. El Justo, mi servidor, hará una multitud de justos, después de cargar con sus deudas.
Por eso le daré en herencia muchedumbres y lo contaré entre los grandes, porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte y ha sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos e intercedía por los pecadores”(Isaías 53).
Del texto anterior, resaltaremos lo siguiente:
“Por sus llagas hemos sido sanados”.
2 – Nuestro Señor Jesucristo, Dios y hombre, fue semejante a nosotros en todo menos en el pecado. Conoció la tentación, la traición y la negación de dos de sus amigos y discípulos, Pedro y Judas Iscariote y también el abandono de todos:
"Y todos los que estaban con Jesús lo abandonaron y huyeron" Marcos. 14:50.
Y además, como veremos más adelante, fue víctima de la cobardía de Poncio Pilatos:
3-Vamos a poner la lupa sobre la traición de Judas y la negación de Pedro, que también forman parte de la Pasión de Cristo:
Judas Iscariote era uno de los doce apóstoles. No debemos confundir a Judas Iscariote con San Judas Tadeo. Éste último es otro de los doce apóstoles y es muy invocado como el patrono de las causas desesperadas o de imposible solución. En nuestra muy característica, única y peculiar manera de hablar diríamos que San Judas Tadeo sería "Judas el bueno", mientras que Judas Iscariote sería "Judas el malo".
Judas Iscariote era el tesorero del grupo de Jesucristo y los doce apóstoles. Canónicamente hablando, si no me equivoco, se llama "administrador apostólico". San Juan muy bien describe a Judas Iscariote. Nótese que no estamos hablando de San Juan Bautista sino de San Juan evangelista, otro de los doce apóstoles. En efecto:
“Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos.
Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.
Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar:
« ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?»
Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella” (Juan 12, 1-6)
Para los efectos de nuestro análisis, hay tres elementos que hay que resaltar:
San Juan dice que Judas es un traidor:
“El que lo había de entregar”.
También lo llama hipócrita, persona con doble discurso, demagogo y farsante:
“No decía esto porque le preocuparan los pobres”
Y no solo lo llama ladrón sino que lo llama también corrupto:
“Sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella”
San Mateo también describe muy bien a Judas,:
"Aún estaba hablando cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente con machetes y palos, mandada por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado por seña:
-El que yo bese, ése es: detenedlo.
Se acercó en seguida a Jesús y le dijo:
-¡Salud, Maestro!
Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
-¡Amigo, a lo que has venido!" (Mateo, 26 47-50)
Nuestro Señor Jesucristo no irrespetó a Judas, tampoco lo maltrató, ni siquiera lo llamó ''traidor'' lo cual hubiera sido verdad y además justo, sino que lo llamó ''amigo''. Judas lo vendió por treinta monedas de plata, que de acuerdo al libro del Éxodo 21:32, era el precio de un esclavo. Al recordar este episodio, recuerdo un cuadro del Corazón de Jesús que desde hace años llevo conmigo con la leyenda de "Amigo que nunca falla".
Jesús no le falló a ni a Judas, a pesar de todo lo que Judas le había fallado a Jesús. Jesús es el buen amigo, el que nunca falla. En relación a Jesús, buen y verdadero amigo, hay un versículo en La Biblia, que lo recoge el Evangelio de San Juan, que lo dijo el propio Jesús y que es el siguiente:
"Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, pues el siervo no sabe qué hace su señor; yo os he llamado amigos porque os he dado a conocer todas las cosas que he oído a mi Padre" (Juan 15, 14, 15).
San Mateo claramente llama Judas “el traidor” y además dice que Judas no tiene escrúpulos en entregar a Jesús mediante un beso.
San Mateo y San Juan conocían muy bien a Judas, directamente y no por referencias. Los tres elementos de la traición de Judas son los siguientes:
A) Jamás una traición será gratis, siempre tendrá un precio:
“Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?" Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo” (Mateo, 26-14-16)
De acuerdo al libro del Éxodo 21,32, éste era el precio de un esclavo.
Nunca nadie ha vendido a otro o se ha vendido a sí mismo a cambio de nada (vender la conciencia o las propias ideas, es traición a sí mismo)
B) La traición se hace a espaldas del traicionado:
“Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente lo siguiente:
"Les aseguro que uno de ustedes me entregará".
Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: "Pregúntale a quién se refiere".
Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: "Señor, ¿quién es?".
Jesús le respondió: "Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato". Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: "Realiza pronto lo que tienes que hacer". Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Era de noche”
Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto.
Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: "Compra lo que hace falta para la fiesta", o bien que le mandaba dar algo a los pobres (San Juan 13,21-27.33.36-38).
Ponemos la lupa en “era de noche”. Las cosas malas se suelen hacer aprovechando la falta de luz, la oscuridad, la noche; tal cual se hizo la traición de Judas y tal cual se tejen las traiciones, los negocios sucios, las componendas secretas donde se negocia lo innegociable a cambio de grandes sumas de dinero; etc. El santo Evangelio según San Juan lo explica muy bien:
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (San Juan 3, 19-21).
C) Un traidor por definición no es un enemigo, tiene que ser “un amigo”. Un enemigo será otra cosa pero no traidor. Un traidor es alguien de adentro. Judas fue alguien cercano a Jesucristo.
Por otra parte, algunos piensan que Judas está en el infierno. La base teológica para pensar esto es lo siguiente:
“El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido! “Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: « ¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho” Mateo 26: 24-25
“Dicho esto, Jesús elevó los ojos al cielo y exclamó: «Padre, ha llegado la hora: ¡glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria a ti! Cuando estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre, pues tú me los habías encomendado, y ninguno de ellos se perdió, excepto el que llevaba en sí la perdición, pues en esto había de cumplirse la Escritura” Juan 17: 1. 12.
Es de notar que en lo antes dicho que reproducen los santos evangelios, no se dice que Judas esté en el infierno. En relación al infierno hay que decir que el infierno está declarado en las sagradas escrituras y es también un dogma de fe. Vamos a citar solo tres ejemplos bíblicos, entre muchísimos que pudiéramos citar:
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena.” Mt. 10, 28.
“Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.” Mt. 25, 41.
“E irán estos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.” Mt. 25,46.
En cuanto a los dogmas:
Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal van al infierno. Benedicto XII 1334-1342 Const. Benedictus Deus 29-I-1336.
“Según la común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal, inmediatamente después de la muerte, bajan al infierno, donde son atormentados con suplicios infernales.” Dz. 531:
El infierno es un lugar y estado de eterna desdicha en que se hallan las almas de los réprobos.
San Justino, funda el castigo del infierno en la idea de la Justicia Divina, la cual no puede dejar impune a los transgresores de la ley
Además, uno llega a la idea del infierno, por la lógica y la razón. La fe y la razón, no se excluyen, se complementan. En efecto:
Si no hubiera infierno, entonces, la vida en el planeta tierra, se reduciría a que no importaría matar, robar, mentir, cometer adulterio, estafar, etc. Si no hubiera infierno, no habría castigo o sanción. Si por ejemplo no hubiera castigo por violar el V Mandamiento de la Ley de Dios, “no matar”, lo lógico sería decirnos a nosotros mismos: “matemos, pero que no nos agarren”. A veces pareciera que los asesinos piensan que no hay infierno y que sus crímenes van a quedar impunes por los siglos de los siglos. Pero podrán quedar impunes ante los hombres, pero no quedarán impunes ante Dios, que si bien es infinitamente misericordioso, es también infinitamente justo.
O pasaría algo parecido con el VII Mandamiento: “no robar”, lo lógico sería decirnos: “robemos pero que no nos agarren”. Un robo puede quedar impune ante los hombres pero no quedará impune ante Dios
Lo mismo pasaría con el VIII Mandamiento: “no levantar falso testimonio ni mentir”. Si no hubiera infierno, lo lógico sería pensar: “mintamos, pero que no nos descubran”. En un momento dado se puede engañar a los hombres pero no se puede engañar a Dios y así sucede con cada uno de los X Mandamientos. Por lo antes dicho, para algunos el problema con el infierno es que no conviene que exista.
El infierno existe así muchos lo nieguen. Ahora bien, porque sepamos que el infierno existe, eso no implica que sepamos quienes son los que están en el infierno. La Virgen María, se apareció en 1917, en Cova de Iría, Fátima, Portugal. Se les apareció a los beatos Francisco y Jacinta, y a Lucía hoy camino a los altares. La Virgen María les mostró la espantosa visión del infierno. La Virgen María les pidió rezar todos los días el Rosario por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores para que no vayan al infierno. San Agustín que fue un gran pecador, según el mismo lo revela en su autobiografía titulada "Confesiones", es san Agustín porque su madre santa Mónica rezó mucho por su conversión. De no haber sido así, san Agustín no sería san Agustín sino que hubiera sido un Agustín del que no tuviéramos mayores noticias históricas salvo que santa Mónica tuvo un hijo llamado Agustín.
La Virgen María les pidió a los tres pastorcitos antes mencionados que luego del "Gloria" al final de cada misterio dijeran la siguiente jaculatoria:
"Oh Jesús mío perdona puestos pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas de tu misericordia".
Dante Arigheri escribió la magna obra titulada La Divina Comedia. A las puertas del infierno Dante pone el siguiente cartel:
"El que entre aquí que pierda toda esperanza de salir".
En el Catecismo de Monseñor Arias Blanco, aprendimos que el infierno tiene dos elementos de sufrimiento: la eterna ausencia de Dios y el fuego eterno que no se consume. A lo anterior habría que especificar, que en el infierno es un lugar, sitio, dimensión o como fuere, que no tiene salida, del que no se saldrá nunca, en el jamás de los jamases.
Veamos el caso de las negaciones de San Pedro:
Jesús le profetizó a San Pedro las negaciones en las que iba a incurrir:
"¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»" (Luc. 22: 31-32)
“Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret.» Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo. Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.» Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo.» Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!» Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar". Marcos 14:66-72. Al final de este Evangelio de San Marcos, está el arrepentimiento de San Pedro: “Y rompió a llorar". Este arrepentimiento también lo reproduce San Lucas:
“Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente” (Lucas 22:60,61).
Al igual que San Pedro, Judas también pecó. Aquel lo negó y éste lo traicionó. Hay teólogos que dicen que San Pedro y Judas cometieron el mismo pecado; uno fue un cobarde y el otro fue un traidor. La diferencia está en que San Pedro se arrepintió, sintió dolor de corazón por lo que hizo, en cambio Judas se desesperó, no se arrepintió: sintió remordimientos, que no es lo mismo que el dolor de corazón por haberlo traicionado. En consecuencia, San Pedro logró superar su cobardía y seguir adelante, en cambio los remordimientos de Judas lo llevaron al suicidio:
“Cuando Judas, el traidor, supo que Jesús había sido condenado, se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los jefes judíos. Les dijo: «He pecado: he entregado a la muerte a un inocente.» Ellos le contestaron: «¿Qué nos importa eso a nosotros? Es asunto tuyo. “Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, se marchó y fue a ahorcarse”. Mateo 27: 3-5.
Si al igual que San Pedro, Judas hubiera llorado amargamente, Judas, a pesar de su traición hubiera sido San Judas Iscariote, porque al igual que San Pedro, también Judas hubiera sido perdonado. Dios todo lo puede perdonar. Claro: siempre y cuando hubiera habido arrepentimiento. Bien dice Santo Tomás de Aquino que Dios todo lo puede perdonar, en su “Adoro te devote”: Te adoro con devoción, Dios escondido:
“Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero”.
De todas maneras, no sabemos si Judas en el minuto se arrepintió. Es decir, si sintió dolor de corazón por lo que hizo. Si eso fue así, salvó su alma de la condenación eterna. Sin embargo, esto es algo que escapa de nuestro humano conocimiento.
Es de notar que además San Pedro reparó las tres negaciones y hasta derramó su sangre por la fe en Jesucristo:
“Cuando terminaron de comer, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús. 16 Y volvió a preguntarle: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero. —Cuida de mis ovejas. 17 Por tercera vez Jesús le preguntó: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: « ¿Me quieres?» Así que le dijo: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo—” —“Apacienta mis ovejas”-
En verdad cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme”. (Juan 21, 15-19)
En efecto, el emperador Nerón había mandado a incendiar Roma con el fin de componerle unos versos pero al ver las consecuencias políticas negativas que le podía causar dicho incendio, no se le ocurrió otra cosa que echarles la culpa a los cristianos y en consecuencia, desató una feroz persecución contra los cristianos.
Ante tal circunstancia, San Pedro se asusta y decide abandonar Roma y es el caso que huyendo, se le aparece Jesucristo. Al verlo, San Pedro le pregunta: “¿Quo Vadis Domine?”, “¿a dónde vas Señor”, y este le contesta: “voy a Roma a que me crucifiquen otra vez”.
Y en consecuencia San Pedro decide volver, y en efecto, lo crucifican.
La tradición dice que pidió que lo crucificaran boca abajo como en efecto hicieron ya que no se consideraba digno de morir de la misma forma que su Dios, Maestro y Señor.
4- Veamos el juicio a Jesús:
Durante el juicio a Jesús, nunca contestó mal, ni tuvo ninguna destemplanza, ni trató mal a nadie, En términos humanos, pudiéramos decir que si bien fue firme en su defensa, por decirlo de alguna manera nunca perdió la caballerosidad. En efecto:
“Cuando dijo esto, uno de los alguaciles que estaba cerca, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal, da testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas? Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote”. Juan 18:22-24
Dicho lo anterior, seguimos con el proceso a Jesús:
“Finalmente, Caifás se levantó y le dijo: "Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios". Jesús le responde: "Tú lo has dicho. Os aseguro, en adelante veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo". Entonces el gran sacerdote se rasgó los vestidos, exclamando: " ¡Ha blasfemado! ¿Para qué queremos más testigos? Ahora mismo acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?" Ellos respondieron: " Reo es de muerte" (Mt 26,62-66).
En el lenguaje judío el decir "Tú lo has dicho” era lo mismo que decir “yo soy”, tal como expresamente lo dice San Marcos:
"Pero él guardaba silencio y no contestaba. De nuevo el Sumo Sacerdote le preguntó: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios Bendito?» Jesús respondió: «Yo soy, y un día verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios poderoso y viniendo en medio de las nubes del cielo.» Marcos 14: 61-62.
E igualmente en el Evangelio de Lucas, leemos lo siguiente:
“Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. Le interrogaron: «¿Eres tú el Cristo? Respóndenos». Jesús respondió: «Si se lo digo, ustedes no me creerán, y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán. Desde ahora, sin embargo, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso.»Todos dijeron: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Jesús contestó: «Dicen bien, yo soy.» Ellos dijeron: «¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.» Lucas 22:66-71
En lenguaje coloquial, lo podemos decir de la siguiente manera
A Nuestro Señor Jesucristo, le preguntó Caifás que dijera bajo juramento si era Dios o no. Si decía que sí, era reo de blasfemia. Luego, merecía la muerte. Y dijo que sí. Dijo: "Yo Soy Dios". En consecuencia, Caifás y los judíos, lo declaran reo de muerte.
Lo anterior fue un juicio religioso. Dice el Evangelio de San Mateo que fue la envidia, la motivación para matar a Nuestro Señor Jesucristo:
“Con ocasión de la Pascua, el gobernador tenía la costumbre de dejar en libertad a un condenado, a elección de la gente. De hecho el pueblo tenía entonces un detenido famoso, llamado Barrabás. Cuando se juntó toda la gente, Pilato les dijo: «¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?» Porque sabía que le habían entregado a Jesús por envidia”. Mateo. 27: 15-18. Por envidia Caín a Abel y por envidia los hijos de Jacob vendieron a su hermano José.
Los judíos llevaron a Jesús donde Poncio Pilatos ya que los romanos tenían prohibido aplicar la pena de muerte. Cuando llegan donde Pilatos, éste les pregunta qué por qué se le llevaron. Los judíos le responden que por “blasfemo” ya que siendo hombre, se había auto declarado Dios. Y eso para ellos, esto tenía la pena de muerte.
Pilatos les responde que eso no es asunto de él y que por lo tanto, lo juzguen ellos. Los judíos deciden cambiar de juico religioso a juicio político y en consecuencia, le responden que no les está permitido aplicar la pena de muerte.
Por lo tanto, Pilatos lo interroga y le pregunta si es el Rey de los Judíos.
Nuestro Señor Jesucristo le dice que sí y añade:"
“Mi reino no es de este mundo" (Juan 18:36).
“Entonces Pilato le dijo: — ¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: —Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.
Le dijo Pilato: — ¿Qué es la verdad? Habiendo dicho esto, salió de nuevo a los judíos y les dijo: —Yo no hallo ningún delito en él”. Juan, 18, 37
Nótese que Jesús no le contestó a Pilato.
Pilatos se da cuenta que es inocente e intenta para salvarlo, entre otras cosas, hace un plebiscito para la escogencia entre Barrabás y Nuestro Señor Jesucristo, ya que era costumbre soltar un preso por la Pascua.
"Pero todos ellos se pusieron a gritar: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!». Lucas 23: 18
Barrabás había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad, por asesinato y por sedicioso Pilatos les habló de nuevo, intentando liberar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
«¡Crucifícale, crucifícale!». Lucas 23: 21
San Juan relata lo siguiente:
“Entonces Pilato tomó a Jesús y ordenó que fuera azotado. Los soldados hicieron una corona con espinas y se la pusieron en la cabeza, le echaron sobre los hombros una capa de color rojo púrpura y, acercándose a él, le decían: «¡Viva el rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cara. Pilato volvió a salir y les dijo: «Miren, se lo traigo de nuevo fuera; sepan que no encuentro ningún delito en él.» Entonces salió Jesús fuera llevando la corona de espinos y el manto rojo. Pilato les dijo: «Aquí está el hombre.» Al verlo, los jefes de los sacerdotes y los guardias del Templo comenzaron a gritar: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!» Pilato contestó: «Tómenlo ustedes y crucifíquenlo, pues yo no encuentro motivo para condenarlo.» Los judíos contestaron: «Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir, pues se ha proclamado Hijo de Dios.» Cuando Pilato escuchó esto, tuvo más miedo. Volvió a entrar en el palacio y preguntó a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le contestó palabra. Entonces Pilato le dijo: «¿No me quieres hablar a mí? ¿No sabes que tengo poder tanto para dejarte libre como para crucificarte?» Jesús respondió: «No tendrías ningún poder sobre mí si no lo hubieras recibido de lo alto. Por esta razón, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado que tú.» Pilato todavía buscaba la manera de dejarlo en libertad. Pero los judíos gritaban: «Si lo dejas en libertad, no eres amigo del César; el que se proclama rey se rebela contra el César.» Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús al lugar llamado el Enlosado, en hebreo Gábbata, y lo hizo sentar en la sede del tribunal. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos: «Aquí tienen a su rey.» Ellos gritaron: «¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!» Pilato replicó: « ¿He de crucificar a su Rey?» Los jefes de los sacerdotes contestaron: «No tenemos más rey que el César.» Entonces Pilato les entregó a Jesús y para que fuera puesto en cruz”
Juan. 19. 1-16
San Mateo también relata el episodio anterior:
“Con ocasión de la Pascua, el gobernador tenía la costumbre de dejar en libertad a un condenado, a elección de la gente.
De hecho el pueblo tenía entonces un detenido famoso, llamado Barrabás.
Cuando se juntó toda la gente, Pilato les dijo: « ¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?»
Porque sabía que le habían entregado a Jesús por envidia.
Mientras Pilato estaba en el tribunal, su mujer le mandó a decir: «No te metas con ese hombre porque es un santo, y anoche tuve un sueño horrible por causa de él.»
Mientras tanto, los jefes de los sacerdotes y los jefes de los judíos persuadieron al gentío a que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Cuando el gobernador volvió a preguntarles: « ¿A cuál de los dos quieren que les suelte?», ellos contestaron: «A Barrabás.»
Pilato les dijo: « ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Cristo?» Todos contestaron: « ¡Crucifícalo!»
Pilato insistió: « ¿Qué ha hecho de malo?» Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza: « ¡Que sea crucificado!»
Al darse cuenta Pilato de que no conseguía nada, sino que más bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las manos delante del pueblo. Y les dijo: «Ustedes responderán por su sangre, yo no tengo la culpa.” Y todo el pueblo contestó: «¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
Entonces Pilato les soltó a Barrabás. Mandó azotar a Jesús y lo entregó a los que debían crucificarlo” Mateo. 27: 15-26.
Vemos que al menos, teóricamente hablando, nuestro Señor Jesucristo se pudo haber salvado. Todo lo que tenía que haber hecho era negarle a Caifás su divinidad, o negociarla; o haber negado o negociado con Poncio Pilatos que era rey de los judíos. Por eso Herodes mató a los santos mártires inocentes, cuya fiesta litúrgica se celebra el 28 de diciembre, que popularmente se conoce como “día de los inocentes”, porque supuso que Jesucristo amenazaba su reinado.
Jesucristo no hizo ninguna de las opciones para salvarse anteriormente mencionadas. Y por ello lo mataron. Por eso bien dice el dicho que “por la verdad murió Cristo”. Prefirió la muerte y eso debe de ser un ejemplo para nosotros que a veces negociamos lo innegociable, sobre todo en materia de principios y a veces nos acobardamos en decir la verdad, sea esta cual sea.
El caso del episodio de Barrabás,
prueba que no es verdad aquello que dice de que el pueblo no se equivoca. El pueblo sí se equivoca. No es verdad eso de "vox populi, vox Dei": "la voz del pueblo es la voz de Dios". La voz del pueblo no siempre es la voz de Dios. En este caso, el pueblo, no solamente no fue la voz de Dios sino que pidió la muerte de Dios.
5- Las siete de palabras de Jesucristo en la Cruz:
Primera Palabra:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34)
Segunda Palabra:
"Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lc 23, 43)
Tercera Palabra:
"He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre" (Jn 19, 26)
Cuarta Palabra:
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27, 46)
Quinta Palabra:
"Tengo sed" (Jn 19, 28)
Sexta Palabra:
"Todo está consumado" (Jn 19,30)
Séptima Palabra:
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23, 46).
6- En relación a la pasión y muerte de Jesús, veamos lo siguiente:
“Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn 3, 14-15).
El prefacio de la misa de la exaltación de la Santa Cruz, dice lo siguiente: “Porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que, donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido, por Cristo, Señor nuestro”.
“Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32).
Jesús cumpliendo la voluntad del Padre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre (Flp 2,8-9).
Una de las dos oraciones que reza el sacerdote antes de comulgar comienza así:
“Señor Jesucristo hijo de Dios vivo que por voluntad del Padre y cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo…”.
“Te adoramos Cristo y te bendecimos”.-“Que por tu santa cruz redimiste al mundo”.
Al momento de morir, San Francisco de Asís pidió que le leyeran la Pasión de nuestro Señor Jesucristo.
“Jesucristo no se bajó de la Cruz”. San Juan Pablo II
7- No olvidemos que hay ni pasión ni muerte de Cristo sin su posterior resurrección. Luego del viernes de pasión, viene el domingo de resurrección. Dedicaremos este último aparte a la resurrección del Señor:
“Durante la celebración del domingo de resurrección del año 2009, el para entonces Sumo Pontífice Benedicto XVI, “explicó a los numerosos fieles congregados en la Plaza de San Pedro, que le aclamaban "Viva el Papa", "Benedicto, Benedicto", que Jesús resucitó para que el hombre no desesperase pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida.
"En efecto, una de las preguntas que más angustian la existencia del hombre es precisamente ésta: ¿qué hay después de la muerte?", señaló el gran Obispo de Roma, quien detalló que la solemnidad que los católicos celebran hoy "permite responder a este enigma afirmando que la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la vida la que triunfa".
Y así, sostuvo que la certeza de los creyentes "no se basa en simples razonamientos humanos, sino en un dato histórico de fe: Jesucristo, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo glorioso".
"No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba", añadió.
Para Benedicto XVI, el anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo” refiriéndose "particularmente al materialismo y al nihilismo, a esa visión del mundo que no logra trascender lo que es constatable experimentalmente, y se abate desconsolada en un sentimiento de la nada, que sería la meta definitiva de la existencia humana".
Las declaraciones anteriores del papa emérito Benedicto XVI, se pueden resumir diciendo que “la resurrección de Cristo no es un mito sino una verdad histórica”.
La base del cristianismo es la resurrección de Jesucristo, tan sencillo y elemental como que si Cristo no resucitó, no existiría el cristianismo. El aporte de Benedicto XVI es que ve la resurrección de Jesucristo no solo como un acto de fe sino también como un hecho histórico.
Si la resurrección de Cristo no fuera verdad, es lógico y razonable pensar que hace tiempo que se hubiera caído semejante mentira. Si alguien fuera capaz de desmentir la resurrección de Jesucristo, ese alguien acabaría con el cristianismo; pero es el caso que en 2.000 años nadie la ha podido desmentir (ninguna mentira aguanta 2.000 años).
Ninguna mentira puede perdurar mucho tiempo. Los italianos dicen que la mentira tiene piernas cortas. Y lo que dijera Lincoln, también se aplicaría a lo que aquí tratado:
“Usted puede engañar a uno solo todo el tiempo, usted puede engañar a todo el mundo por una vez pero usted no puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”
No es estadísticamente posible que millones y millones de cristianos hayamos estado por 2.000 años, o engañados, o hipnotizados o creyendo en mitos o en cuentos de hadas como algunos dicen que es la resurrección de Cristo. Si la resurrección de Cristo fuera una mentira, o un mito, o un cuento de hadas, hace mucho tiempo que no existiría el cristianismo ya que no tendría la base de la resurrección que es el pilar principal del cristianismo.
La resurrección de Cristo no es exclusiva de los católicos. La resurrección de Cristo es la piedra angular de toda religión cristiana sea como sea que se llame: luteranos, anglicanos, calvinistas, ortodoxos griegos, etc. La resurrección de Cristo es uno de los fundamentos de todas las denominaciones cristianas. Es decir, no se puede ser cristiano si no se cree en la resurrección del Señor. Por otra parte, bien lo dice San Pablo:
“Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Cor 15, 14).
“Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron…Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos tendrán vida en Cristo " (1Co 15,20-22).
Y traeremos a colación las palabras del mismo Jesús sobre la resurrección:
"Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos” Mateo 17, 9
«Ya estamos subiendo a Jerusalén; el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte. Ellos lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, lo azotarán y lo crucificarán. Pero resucitará al tercer día». Mateo 20: 18-19
“Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta respondió: «Ya sé que será resucitado en la resurrección de los muertos, en el último día.» Le dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Juan 11: 23-25
Por otra parte, en 1969, el ex presidente norteamericano Lyndon Johnson dijo lo siguiente
“El acontecimiento más importante de la historia ha sido la llegada del hombre a La Luna”
Y Billy Graham le contestó:
“Siento mucho contradecirlo Señor Presidente pero el acontecimiento más importante de la historia es la resurrección de Cristo”.
No olvidemos que Billy Graham es un cristiano evangélico, no católico. Billy Graham es un excelente predicador y escritor cristiano; es además un hombre muy valioso y muy correcto, y con mucho carisma que predicado muy elocuente y muy verazmente sobre la resurrección de Cristo.
Para finalizar diremos que “Jesús hizo también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros”. Juan 21: 25. Este es el final del Evangelio según San Juan. En este sencillo trabajo hemos intentado realizar unas breves pinceladas sobre la Pasión de Cristo con su subsiguiente resurrección al tercer día. Parafraseando a San Juan, nos atrevemos a decir que si se escribieran uno por uno los detalles de la Pasión de Cristo, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.