SAN PABLO VI: UN PAPA SANTO, INTELIGENTE Y VALIENTE
Primera entrega
escrito por LUIS ALBERTO MACHADO SANZ
Abogado
@caballitonoble
1- El 14 de octubre de 2018 es el día de la canonización de Juan Bautista Montini, el Papa Pablo VI, beato. Ese día también es el día de la canonización del beato Oscar Arnulfo Romero, obispo de San Salvador, asesinado mientras decía la Santa Misa.
En Venezuela el 14 de octubre tiene un significado muy especial porque el 14 de Octubre de 1813, Simón Bolívar fue proclamado Libertador en el templo de San Francisco de Caracas. Vamos a resaltar una frase que dijo Bolívar y que es la siguiente:
“Los descendientes de San Pedro han sido siempre nuestros Padres”. Esto último lo dijo en la memorable ocasión de celebrar el nombramiento de los nuevos obispos de la Gran Colombia, en un brindis, el día 27 de octubre de 1827 y le aplica al que fuere el futuro San Pablo VI.
2- Estamos vivamente afectados por la trágica y triste noticia del asesinato del presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, y de las graves heridas al gobernador Connally, y estamos profundamente doloridos por tan tremendo crimen, por el luto que afecta en su jefe a un grande y civilizado país, por la pena que aflige a la señora Kennedy, a sus hijos y a todos sus familiares.
Nos deploramos con todo el corazón este suceso. Expresamos el voto de que la muerte de este gran hombre de estado no redunde en daño del pueblo americano, sino que refuerce su sentido moral y cívico y reafirme sus sentimientos de nobleza y de concordia, y pedimos a Dios que el sacrificio de John Kennedy venga en ayuda de la causa, por él promovida y defendida, de la libertad de los pueblos y de la paz en el mundo.
Él era el primer presidente católico de los Estados Unidos. Nos recordamos haber tenido el honor de recibir su visita y de haber encontrado en él gran prudencia y elevados propósitos para el bien de la Humanidad. Ofreceremos mañana la santa misa por la paz de su alma, por el consuelo de cuantos lloran su muerte y para que el amor y no el odio reine en la Humanidad”. Palabras del Papa San Pablo II frente a la trágica muerte del presidente John Fitzgerald Kennedy.
3- En julio de 1976 me gradué de abogado y en agosto me fui a Toulouse, Francia a realizar un post grado basado en la teología, filosofía y antropología de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Jacques Maritain. Adicionalmente a lo anterior, previamente haría un curso intensivo de francés en Paris. El post grado comenzaba el primero de octubre y la duración era de un año académico.
Mi papá y el resto de mi familia me llevaban al aeropuerto. Mi papá me dio una tarjeta Kardex en la que me anotó varios consejos para tenerlos en cuenta en dicho post grado y que fueron los siguientes:
I) Serenidad
II) Humor
II) Tú no tienes más ni nada menos que nadie
IV) Haz lo qué haces
V) Los problemas se resuelven
El sexto consejo no me lo escribió pero me lo dijo y es el siguiente:
“Trata de ver al Papa Pablo VI. Es uno de los papas más valientes de la historia”.
Pues bien, todos los días, durante el año que viví en Francia leí la tarjeta, lo tuve como lo que en aeronáutica se pudiera llamar “un plan de vuelo”. Ahora bien, me esforcé por ir a Roma a ver al Papá, se trataba de Juan Bautista Montini, el Papa Pablo
VI. Mi papá era gran admirador de Pablo VI a tal punto que le dedicó uno de sus libros, “Una Nueva Generación” y la dedicatoria de dicho libro fue la siguiente:
“A S. S. Pablo VI, en cuyo magisterio he aprendido a amar al siglo XX”.
Pues bien, llegó el tan ansiado día de poder ver al Papa Pablo VI y eso fue en la Semana Santa de 1977. En efecto, el “Viernes de Concilio” salimos para Ginebra, primer paso a mi ida a Roma. Iba acompañado del Dr Julio Rodríguez Berrizbeitia, gran y querido amigo y compañero de toda la vida y que además, estábamos estudiando juntos en Toulouse. Íbamos a saludar en Ginebra a amigos y compañeros de Julio, luego él seguiría a pasar Semana Santa en Alemania y yo en Roma lo cual sucedió tal cual. El Lunes Santo partí para Roma y en el tren que iba de Ginebra a Roma me sucedió lo siguiente:
El asiento que me tocó fue al lado un sacerdote- periodista italiano, que trabajaba en el periódico L‘Osservatore Romano. Pues bien, por esa época Pablo VI había tenido trastornos de salud. Pues bien, el sacerdote-periodista, me contó que él tenía un buen amigo que era dueño de un periódico en Roma al que permanentemente le suministraba información de cómo iba la salud del Papa Pablo VI.
Lamentablemente, el sacerdote-periodista, durante un cierto un tiempo le tuvo que informar a su amigo dueño del periódico que el Papa Pablo VI estaba enfermo pero un buen día le dijo lleno de alegría y euforia que el Papa Pablo VI ya se había curado y que estaba otra vez bien de salud pero es el caso que el amigo antes dicho le hace un gesto de molestia y desaprobación.
Alarmado y estupefacto el sacerdote-periodista le pregunta:
-“Pero, ¿usted no se alegra que el Papa esté ya sano y con buena salud?”
-“No”
“¿Y cómo se puede ser eso?”
-“Es que con el Papa sano no aumentan nuestras ventas de periódicos pero con el Papa enfermo aumentan muchísimo”.
Lo anterior me hizo inferir que para el dueño de dicho periódico mejor noticia era “Papa enfermo” que “Papa sano” y que aún mucho mejor noticia era “Papa muerto” que “Papa enfermo”. Por lo tanto, lo que más le convenía a este señor era que el Papa se muriera porque ese día vendería muchos más periódicos que en el día anterior. Pablo VI moriría en Roma, el agosto de 1978, día de la Transfiguración del Señor, un poco más de un año después que me dijera lo anterior el sacerdote/periodista compañero de viaje en tren de Ginebra a Roma.
Esto es el típico caso de amarillismo: explotar mediáticamente un hecho doloroso para vender, tal cual la enfermedad de un Papa, etc.
Este episodio del dueño del periódico nos hizo recordar lo que había dicho la Santísima Virgen quien a través de la aparición en Fátima a los pastorcitos Francisco, Jacinta y Lucía dijo que el Santo Padre sufriría mucho. La Virgen de Fátima bien lo profetizó en el llamado segundo secreto:
“Si se hacen caso de mis pedidos, Rusia se convertirá, y habrá la paz; si no, ella esparcirá sus errores a través del mundo, causando las guerras y las persecuciones de la Iglesia. El bueno será martirizado; el santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Al fin, el Corazón Inmaculado triunfará. El santo Padre consagrará Rusia a mí, y ella será convertida, y un período de paz será otorgado al mundo”.
Fue tanto lo que San Pablo VI sufrió que al final de sus días dijo lo siguiente:
“Per rimas fumus intravit autem Satanás in templo Dei”
“A través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”.
Y este episodio de desearle mal al Papa, como por ejemplo en este caso que se le desea enfermedad y quizás hasta la muerte, es uno de los típicos casos en los que cualquier Papa sufre porque más allá de lo anecdótico de un dueño de un periódico que con duda razonable se pudiera inferir que si el Papa se muere, mejor para el dueño del periódico porque así vende más periódicos, lo que muchas veces hay en el fondo en relación a ataques contra un Romano Pontífice son intereses creados de varios tipos, en este caso intereses económicos como por ejemplo este caso en desear que el Papa se enferme y a lo mejor hasta que se muera para así poder vender más periódicos.
Y no solamente hay intereses económicos que inmisericordemente han atacado a un Papa o a algún alto miembro de la jerarquía de la Iglesia porque les afecta en sus intereses sino que también hay intereses políticos que hacen lo mismo e incluso hay también intereses que conspiran dentro de la misma Iglesia. Por ejemplo y aunque tiempo después del pontificado de san Pablo VI, el cardenal Tarsicio Bertone declaró que hubo acusaciones vertidas contra él por «una red de cuervos y de víboras».
Es decir, un cardenal de la Iglesia claramente da entender que dentro de la Iglesia hay una red de cuervos y víboras. El Cardenal Bertone ocupó el cargo de secretario de Estado de Estado durante el pontificado de Benedicto XVI y estuvo en dicho cargo previamente al ex nuncio en Venezuela, el cardenal Pietro Parolin quien hoy en día detenta dicho cargo.
San Pablo VI fue odiado tanto por ultrosos extremistas conservadores como por ejemplo los seguidores del arzobispo Marcel Lefebvre, como por ultrosos extremistas reformadores que aspiraban que el concilio Vaticano II reformara todo al 100 %. San Pablo VI hizo las reformas que podía hacer pero solo hizo las que podía hacer y por eso quedaron descontentos con san Pablo VI, tanto los ultrosos de lo que pudiéramos llamar de “derecha” que se oponen a ultranza a toda reforma porque según ellos toda reforma es mala por el mero hecho de ser reforma ya que san Pablo VI reformó algunas cosas que eran reformables, pero el mismo descontento hacia san Pablo VI sucedió con los extremistas de lo que pudiéramos llamar de “izquierda” que quieren que todo se reforme por el mero hecho de reformar por reformar… no olvidemos que los extremos se tocan. Leamos lo que sigue a continuación:
"18. «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. 19. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. 20. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros…” Juan 15- 18- 20.
Pues bien, llegué a Roma. Había contactado previamente a Eduardo Tamayo Gascue, alias “Canito” quien era para ese momento era embajador de Venezuela en la Santa Sede.
Eduardo había sido previamente embajador de Venezuela ante el Quirinal, sede del gobierno de la República italiana, con sede en Roma. Fue embajador durante el primer gobierno del Dr Rafael Caldera, luego de este gobierno vino el primer gobierno del señor Carlos Andrés Pérez, este lo ratifica pero lo envía de embajador a la Santa Sede. Previo a mi ida a Roma, el ex presidente Pérez había ido en visita oficial a El Vaticano y había tenido una audiencia oficial de estado con San Pablo VI. Eduardo Tamayo Gascue coordinó dicha audiencia con excelentes resultados. En dicha audiencia Carlos Andrés Pérez reconoció el aporte de san Pablo VI a la paz mundial, el desarrollo de los pueblos y el respeto a los derechos humanos.
Lo primero que hizo el ex embajador Eduardo Tamayo Gascue fue invitarme el Lunes Santo de la Semana Santa de 1977 a la iglesia del Iglesia del Gesù. De acuerdo a Wikipedia “la iglesia del Gesù (en italiano, Chiesa del Sacro Nome di Gesù, o iglesia del Santo Nombre de Jesús) situada en la plaza del Gesù en Roma, es la iglesia madre de la Compañía de Jesús… Su fachada está reconocida como «la primera verdaderamente barroca y fue el modelo de innumerables iglesias jesuitas en todo el mundo, especialmente en el continente americano”. Fin de la cita. En dicha iglesia y en dicho día, entre otros jesuitas, fue la ordenación de diácono de los venezolanos Ricardo Márquez y Arturo Sosa Abascal, actual Padre General de la Compañía de Jesús que como Padre General es sucesor, entre otros, nada más y nada menos que de San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja y Pedro Arrupe.
Tuve el honor y la dicha de haber asistido a dicha ceremonia y luego de dicha ordenación tuve la fortuna de haber sido añadido a la lista de invitados a una cena que ofreció el Dr Arturo Sosa en un restaurant romano (El Dr Arturo Sosa, ya fallecido, ex ministro de Hacienda durante el gobierno de Luis Herrera, es el padre del Padre General de los jesuitas Arturo Sosa Abascal SJ).
El ex embajador Eduardo Tamayo Gascue me consiguió entradas para buenos puestos para poder a los actos litúrgicos de la Semana Santa en Roma. A tal efecto fui a la audiencia general de los miércoles y felizmente hubo audiencia papal ese miércoles que era Miércoles Santo y por lo tanto pude ver de cerca y cumplir con la recomendación de mi papá de “tratar de ver al Papa Pablo VI que uno de los papas más valientes de la historia”, gracias a Dios en primer lugar y en segundo lugar al ex embajador Eduardo Tamayo Gascue, alias “Canito” que permitió los tickets de entrada y en muy buen sitio.
Hace poco escuché decir a un muy connotado vaticanista que Pablo VI había eliminado la tiara y la silla gestatoria. La tiara sí la abolió pero la silla gestatoria no la abolió él. Si no me equivoco la abolió Juan Pablo I. Yo mismo vi a San Pablo VI en la silla gestatoria el Miércoles Santo del que estoy haciendo referencia y en otras oportunidades en la Semana Santa de 1977 que estuve en Roma.
Lo que vi de San Pablo VI es que es un hombre carismático, santo y de mirada dulce pero a la vez penetrante.
En la audiencia papal del Miércoles Santo vi a mucha gente de muchos países que gritaban emocionados “viva el Papa”. Me tocó al lado un grupo de jóvenes españoles que iban a peregrinación a Roma. Recuerdo que se auto distinguían por las siglas ICU, eran los jóvenes “ICU”, recuerdo que la C era inicial de católicos, la U era inicial de universitarios pero no recuerdo qué significaba la I. Al pasar San Pablo VI cerca de nosotros gritaban a full pulmón “iCU viva el Papa”, “iCU viva el Papa”, “iCU viva el Papa”…
Al final de la audiencia, San Pablo VI dio la bendición y rezamos un Padre Nuestro cantado en latín, por los niños y los enfermos:
“Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum;
adveniat Regnum Tuum;
fiat voluntas Tua,
sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a Malo”.
Luego, si mal no recuerdo, pude ir la Misa del Jueves Santo, la Misa del lavatorio de los pies, Misa en la que se conmemora la institución de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y el mandamiento del amor, que “se amen los unos a los otros como yo os he amado”. Esta Misa suele ser y lo sigue siendo al día de hoy en la basílica de San Juan de Letrán, que es la sede del Papa como obispo de Roma, no suele ser en la basílica de San Pedro sino en San Juan de Letrán. En esta Iglesia, en 1929, se firmaron los pactos lateranenses, entre el gobierno de Benito Mussolini y el Papa Pio XI, mediante los cuales se crea eclesiástica, jurídica e internacionalmente el Estado de El Vaticano, con sede en la ciudad de Roma (firmó a nombre del Papa Pio XI y representando el Estado de El Vaticano, el Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pio XII, Venerable al día de hoy).
Posteriormente fui al Via Crucis en el Coliseo Romano, el Viernes Santo al que también asistió San Pablo VI, también asistí a la Misa de la “Vigilia Pascual” del Sábado Santo en la noche, esta Misa en la Basílica de San Pedro y el Domingo de Resurrección también en la Plaza de San Pedro, en la que se tradicionalmente se dio y se sigue dando la bendición Urbe et Orbi, a la cuidad de Roma y al mundo.
4- Luego de la Semana Santa en Roma volví a Toulouse, era el mes de marzo o abril de 1977. El curso terminó el 15 de junio. A finales de junio/principios de junio volvía a Caracas pero pocos días de volver tuve la fortuna y el privilegio de asistir en Notre Dame de Paris a una Santa Misa en solidaridad con el Papa Pablo VI debido al caso Lefebvre.
El caso Lefebvre comenzó en época de época de San Pablo VI. Lefebvre fundó “la fraternidad de San Pío X”. Entre otras muchas cuestiones Lefebvre negaba el Concilio Vaticano II y eso que Lefebvre había participado en el mismo. Lo llamaban “el arzobispo rebelde”. No llegó a ser excomulgado por Pablo VI pero fue suspendido “Ad Divinis”, entre otras cosas esto le impedía ordenar nuevos sacerdotes pero Lefebvre no hacía caso. Hay que hacer expresa mención que a pesar de la prohibición para que Lefebvre ordenara sacerdotes, esas ordenaciones sacerdotales fueron válidas.
El caso Lefebvre demuestra que el voto más difícil no es el de castidad, sino el de obediencia, lo más difícil que hay es obedecer, porque muchas veces el religioso se ve obligado a hacer algo con lo que no está de acuerdo.
Es de notar que Pablo VI hizo todos los esfuerzos posibles para que Lefebvre obedeciera y entre muchas otras cosas reconociera el Concilio Vaticano II pero fue infructuoso.
En el año 1978 muere Pablo VI. Juan Pablo I no tuvo tiempo de ocuparse del caso Lefebvre ya que solo fue Papa por 33 días. Juan Pablo II hizo todo lo posible porque Lefebvre rectificara pero lamentablemente la cuerda se termina de tensar el 30 de junio de 1988 cuando Lefebvre ordenó a 4 obispos sin autorización del Papa.
Hay que entender que desde el punto de vista del Derecho Canónico, el ordenar obispos sin autorización del Papa acarrea la excomunión automática latae sententiae reservada a la Santa Sede. Esto quiere decir que este tipo de excomunión solo puede ser perdonada por el Papa o por quien él delegue, salvo el caso de peligro de muerte donde cualquier sacerdote puede perdonar cualquier pecado así sea un pecado que sea reo de excomunión.
De acuerdo al derecho canónico, la acción del arzobispo Lefebvre de haber ordenado obispos sin autorización del Romano Pontífice, lo separó a sí mismo de la comunión de la Iglesia Católica Romana al rebelarse contra el Santo Padre y rehusar la sumisión al Romano Pontífice (canon 751 en concordancia con el 1382). Lefebvre creó un cisma.
El artículo 751 del Código de Derecho Canónico define lo que es el cisma:
“Se llama cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos”
Y el canon 1382 define muy bien la pena a ser aplicada:
“El obispo que confiere a alguien la consagración episcopal sin mandato pontificio, así como el que recibe de él la consagración, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede.
Y al fin y al cabo, le guste a quien le guste y no le guste, el Papa es el Papa y así lo estableció nuestro Señor Jesucristo cuando de manera visible y desde Tierra Santa dijo lo siguiente:
“18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Mateo 16:18-19
Al por ejemplo, en junio de 1963, al ser electo Papa por el colegio de Cardenales el cardenal Juan Bautista Montini y tomar el nombre de Pablo VI, de manera invisible para nosotros aquí en la tierra y desde el cielo, nuestro Señor Jesucristo dijo lo siguiente:
“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pablo VI, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”
3- El caso fue que La Santa Sede hizo un último esfuerzo por evitar el cisma de Lefebvre pero no fue posible. Al parecer, a Lefebvre se le ofreció que el Papa San Juan Pablo II lo autorizaría a ordenar un solo obispo con la condición que este suscribiera un acuerdo por escrito reconociendo el Concilio Vaticano II y pidiendo perdón por su rebeldía contra el Papa San Pablo VI pero al parecer, parece que dijo “uno no pide perdón si ha hecho bien” (no hay mucha información pública sobre estas negociaciones). Lefebvre murió en 1991.
Hay algo que hay que destacar:
De acuerdo al canon 1382, los 4 obispos ordenados por Lefebvre por el mero de haber sido ordenados sin autorización papal, al igual que Lefebvre quedaron automáticamente excomulgados. Sin embargo, esas 4 ordenaciones episcopales son válidas y por lo tanto, esos obispos son verdaderos obispos, legítimos sucesores de los apóstoles en cuanto al carácter sacramental y válido de su sacerdocio (el orden sacerdotal tiene 3 rangos: diacono, presbítero y obispo, teniendo el obispo la plenitud del sacerdocio). Que quede esto muy claro.
5- Posteriormente, en aras de sanar heridas y lograr que los 4 obispos excomulgados volvieran al redil y se lograra la unidad, a principios del año 2009, Benedicto XVI levantó la excomunión a los 4 obispos que en 1988 habían sido ordenados por el arzobispo Lefebvre. Los 4 obispos pidieron volver al seno de la Iglesia. Es decir, ya no están excomulgados y como antes dijimos, son verdaderos obispos y nunca lo dejaron ni lo dejarán de ser.
6- Para explicarnos mejor hay que empezar por especificar que en la Iglesia Católica hay tres sacramentos que no se borran jamás, ni en esta vida ni en la otra, son para toda la eternidad ya que imprimen en el alma un sello que se denomina “Carácter”. Estos tres sacramentos solo se pueden recibir una sola vez. Estos tres sacramentos son el Bautismo, la Confirmación y el Orden Sacerdotal.
No hay eso que la prensa llama “ex cura” o “ex obispo”. En consecuencia, vamos a suponer que un sacerdote o un obispo “cuelgan los hábitos” y en consecuencia andan por ahí “rueda libre” sin la debida dispensa de los votos, ese obispo o sacerdote seguirá siendo sacerdote u obispo para toda la eternidad. Por lo tanto, es un error doctrinal y canónico decir “el ex obispo”, o el “ex cura” porque el sello del “Carácter” que se le imprimió en el alma el día que fue ordenado obispo.
El orden sacerdotal, ni Dios se lo quita al sacerdote y no se lo quita así se vaya al infierno: aun en el infierno, un sacerdote seguirá siendo sacerdote.
Por otra parte, lo antes dicho vale también para el caso de los sacramentos del Bautismo y la Confirmación. Supongamos que un bautizado quedara excomulgado, no por eso deja de estar bautizado y supongamos que un confirmado queda excomulgado, no por eso deja de estar confirmado.
Lo mismo pasa si un bautizado se va al infierno, aun en el infierno sigue siendo estando bautizado y si un confirmado se va al infierno aun en el infierno sigue estando confirmado. Ni Dios borra estos tres sacramentos, son in aeternum: por toda la eternidad, sea en el cielo o en infierno.
Por otra parte, un sacerdote u obispo excomulgado como es por ejemplo el caso de los 4 obispos ordenados por Lefebvre, para la Iglesia solo podían ejercer lícitamente ejercer el ministerio sacerdotal en casos sumamente excepcionales y graves, como sería por ejemplo el administrar el sacramento de La Confesión en el caso de asistir a un moribundo, vale decir: en peligro de muerte, o en una guerra, o en campos de concentración, o en persecuciones políticas, o en casos de catástrofes de la naturaleza, etc.
Salvo en dichos casos muy excepciones, a un sacerdote u obispo que colgó los hábitos y anda por ahí “rueda libre” sin las debidas dispensas de los votos o está excomulgado, no le es lícito el por ejemplo el decir la Santa Misa o administrar los sacramentos. Sin embargo, si lo hacen, los sacramentos administrados son válidos: por ejemplo, la absolución sacramental que dio es válida: el penitente se confesó.
Una cosa es que sea ilícito y otra es que sea inválido. Si por ejemplo un obispo excomulgado o que colgó los hábitos, bautiza a un niño, ese niño está bautizado y si dice Misa, Misa dijo. Si por ejemplo un sacerdote excomulgado o sin las debidas dispensas de los votos, agarrara el pan y el vino con la intención de consagrar y pronunciara la fórmula de La Consagración, ahí estaría el Cuerpo y la Sangre de Cristo…
En cuanto a los sacerdotes que “cuelgan los hábitos”, ellos pueden pedir la dispensa de los votos. La Iglesia es madre y comprende estas situaciones humanas complejas y complicadas. Si por ejemplo un sacerdote pide la dispensa de los votos, una vez cumplidos ciertos requisitos la puede obtener y por lo tanto queda reducido al “estado laical”. Sin embargo, como dantes dijimos, no por eso deja de ser sacerdote. Existen sacerdotes que pidieron sus dispensas, se las dieron e incluso algunos hasta se casaron por La Iglesia Católica, son hombres felices, tienen profesiones seglares y están en comunión plena con La Iglesia Católica pero repetimos, no son unos “ex curas”. Siguen siendo curas, ya lo explicamos. La Iglesia sabe ser flexible y entender dramas humanos. Pero eso sí: las dispensas deben hacerse de la mano de La Iglesia y cumpliendo los requisitos canónicos para obtenerlas y no a través de saltos de talanquera.
7- Toda la explicación anterior se debe a un intento de aclarar conceptos teológicos y canónicos ya que hay muchas confusiones y desinformaciones que hay en por ejemplo “ex curas”, “ex obispos”, recepción de sacramentos, etc.
8- Uno de los aspectos por los que más es recordado san Juan XXIII esa por la convocatoria al Concilio Vaticano II. Dicen que cuando le preguntaron el por qué había convocado el Concilio Vaticano II, abrió una ventana y dijo lo siguiente:
“Que entre aire fresco”.
El 11 de octubre de 1962 se dio la apertura del Concilio Vaticano II por parte de san Juan XXIII. Eso fue una sorpresa ya que muchos pensaron que se trataba de un Papa de transición y no que fuera un “revolucionario” que convocaría un Concilio. Juan XXIII no pudo terminar el Concilio, murió el día 3 de junio de 1963. Juan XXIII declaró en su testamento dijo que ofrecía sus dolores de moribundo por el éxito del Concilio. El Concilio lo continuó y lo terminó san Pablo VI. La clausura fue el día 8 de diciembre de 1965, se hizo con la Santa Misa que presidió san Pablo VI.
El Concilio Vaticano II vino a ser muy importante y trascendente ya que se realizó en la década de los años 60 que fue una de las épocas más convulsionadas y agitadas de los últimos tiempos, en la que se dieron muchísimos cambios que definirían muchas de las formas de vida de momentos posteriores e incluso del actual y obviamente que la Iglesia Católica tenía que dar una respuesta ante aquel aluvión de protestas y cambios. Obviamente que El Espíritu Santo inspiró a san Juan XXIII, dicha convocatoria, a la que bien supo responder.
9- Lo que no sabe mucha gente es que previo al Concilio, san Juan XXIII se reservó para sí dos casos:
I) El celibato sacerdotal
II) El control de la natalidad
En el Concilio Vaticano II no hablaría de estos dos temas. Como san Juan XIII muere, le tocó a san Pablo VI resolver esos dos asuntos pendientes. Lo anterior lo resolvió san Pablo VI mediante dos encíclicas:
Las encíclicas fueron Sacerdotalis Caelibatus, es la sexta encíclica del papa Pablo VI. (Latín: Celibato sacerdotal). Fue promulgada el 24 de junio de 1967 y la Humanae Vitae Fue publicada el 25 de julio de 1968 (Latín: De la vida humana).
Ambas encíclicas también molestaron a mucha gente. Esto hizo que se arremetiera san Pablo VI de una manera muy ruda, salvaje, desconsiderada e irrespetuosa. En la próxima entrega daremos detalles de ambas encíclicas, en esta entrega solo comentaremos lo siguiente:
El cardenal Albino Luciani fue elegido como el 263º Papa de la Iglesia Católica el 26 de agosto de 1978, fue el papa que sucedió a san Pablo VI y fue conocido como el "el Papa de la sonrisa", ha sido el primer Papa de la historia en utilizar un nombre compuesto y toma el nombre de Juan Pablo I en honor a Juan XXIII y Pablo VI:
"No tengo la bondad de Juan XXIII ni la sabiduría de Pablo VI".
Lamentablemente murió por infarto 33 días después de haber sido electo papa el 28 de septiembre de 1978, siendo el segundo pontificado más breve de la historia (el primero corresponde al de León XI).
Pues bien, a mediado de los años sesenta, Monseñor Albino Luciani era obispo de Veneto, Italia. Por otra parte, san Pablo VI rezó pero a la vez consultó mucho antes de sacar la antes citada encíclica “Humanae vitae”. Uno de los consultados antes de la publicación de la Humanae vitae fue Monseñor Albino Luciani. Y “aunque usted no lo crea” Monseñor Luciani le recomendó por escrito al Papa Pablo VI que aprobara la pastilla anticonceptiva como método moralmente licito de control de la natalidad.
Pues bien, salió la susodicha encíclica pero el Papa Pablo VI reprobó la pastilla anticonceptiva. Es de notar que además de las consultas antes dichas como por ejemplo al futuro Papa Juan Pablo I, San Pablo VI había nombrado una comisión de teólogos para que le dieran su parecer sobre la futura encíclica sobre el control de la natalidad. La comisión estaba formada por 15 connotados teólogos y es el caso que la comisión le recomendó a san Pablo VI que le diera luz verde a la pastilla.
Sin embargo, 4 miembros salvaron su voto, entre ellos los 3 jesuitas y un laico y es el caso que san Pablo VI aprobó lo que recomendaron los 4 desdenles y no era otra cosa que la no aprobación de la pastilla anticonceptiva como método de licitud moral en el control de la natalidad.
Y bueno, Monseñor Luciani salió a defender la encíclica Humanae vitae y por lo tanto tuvo que decirle que no a la pastilla anti conceptiva. Un acucioso periodista le preguntó a Monseñor Luciani lo siguiente:
- “¿Cómo es que usted le hace caso al Papa si no está de acuerdo con él?”
- “Al Papa se le obedece aunque no se esté de acuerdo”
10- En la próxima entrega seguiremos profundizando la vida de este santo Pontífice, sobre todo en lo que tuvo que ver todo lo que sucedió luego del Concilio Vaticano II. Terminaremos diciendo que era fanático de las novelas de Agatha Christie, que lo relejaban de las enormes tensiones de lo que exige el cargo de Romano Pontífice